EL DÍA QUE NACIERON LOS “SOBALEVAS” EN COSTA RICA (Barrio Luján) 

Amigos, me encontré esta hermosa historia y simplemente me encantó y decidí compartirla con ustedes.  Aquí les dejo!!!

¿Qué tiene que ver el conocido apellido Luján con todo el contingente de aduladores que hay en Costa Rica? Aparentemente, nada. Sin embargo, tiene mucha relación, pues en este vínculo nace un tipo de gente muy común en el país, que encanta a unos y que otros aborrecen: “Los sobalevas”.

Difícilmente existe algún costarricense que no conozca a uno de estos zalameros, expertos en decir lo necesario para agradar a otra persona, con frases como las siguientes: ¡Qué bien te ves!, ¡Estás como el vino, entre más viejo mejor! No me digás nada… ¡te sacaste la lotería!, ¡Qué bárbara, ese tinte está perfecto!, ¡Nadie tiene un bebé tan lindo como el tuyo! ¡Tu muchacho…debería estar en Harvard!, etcétera.

En Costa Rica existe un sector de la población que adora toda esta lisonja, se deleitan con el halago. Estas personas son muy receptivas de cierta clase de políticos, es por ello, que en los más escondidos lugares del país, la gente a sabiendas que viene el “señor Diputado”, se prepara para “pasarle la brocha”, con la intención de sacar alguna partida para obras comunales que están en espera de ejecución desde los “tiempos de Upa”.

ASÍ NACIÓ LA COSA

Aunque el pueblo conoce a la perfección ese ardid, ignora los detalles ocultos de la historia patria que se ligan a los orígenes de los “chupamedias” en Costa Rica.

“Echando chispas” de la cólera, una preciosa mañana de marzo, el dos veces gobernador de San José (1919-24 y 1935-36), salió en carrera de su despacho, en el edificio de la Municipalidad de San José, rumbo al cercano barrio de Turrujal, en el sureste de la capital. Iba a encararse con un grupo de vecinos que había cometido una falta mayor: hurto a las propiedades de la comuna.

Entonces, al igual que hoy, las comunidades tenían que ingeniar métodos – algunas veces hasta ilegales – para poder satisfacer las necesidades de sus vecindarios, porque las autoridades de gobierno ponían oídos de cera a las reiteradas peticiones de los vecinos.

En el siglo XIX, Turrujal -planta mirtácea propia del Valle Central-, era un trillo que partía de la actual esquina noreste de Plaza Víquez, cruzaba detrás de la iglesia de La Soledad y La Corte, hasta salir a la Estación del Ferrocarril al Atlántico. En el este de La Soledad donde están actualmente los edificios de los Tribunales de Justicia, no había nada, eran puros charrales.

Conforme la ciudad capital se extendía hacia el Este en el siglo XX, ese sector se pobló y se conoció popularmente como Barrio Turrujal. Sus pobladores, muy pobres, clamaron ante el gobierno por los servicios de electricidad y cañería de agua potable.

En ese entones, el sistema de cuadrantes de la capital se expandió y los terrenos en las inmediaciones de Turru – así conocidos popularmente- se vendieron muy baratos. La vara cuadrada costaba 2 colones. Esa “ganga” provocó que otras personas con mayores recursos económicos compraran espaciosos lotes para construir casas cómodas y modernas, mientras, los pobres vecinos seguían viviendo en modestos “ranchos”.

Por ser transversal, la calle de Turrujal desfiguraba el trazo regular de los cuadrantes de la ciudad, entre la intersección de la calle 19, conocida como “José Martí” y la avenida 18 (“Cleto González Víquez”), conectaba en el Este de la Avenida Central (“Fernández Güell”) con acceso a la mencionada Estación al Atlántico.

Como eran tierras húmedas y arcillosas, nadie quería ir a vivir a ese arrabal. Era tan aislado ese sector que en la última década del siglo XIX, los vecinos protestaron porque se planeó instalar allí la Plaza de Ganado y Maderas, que estaba en el actual Parque Braulio Carrillo, al costado Este del Hospital San Juan de Dios. Finalmente las actividades ganaderas las pasaron a La Sabana y las de madera al Parque España, frente a la Cancillería.

Otros factores que vinieron a consolidar Barrio Turrujal fue la instalación de la más grande empresa de floricultura del país: La Mil Flores, del Sr. N.W. Clausen. También, demandó mucha mano de obra la fábrica de cigarros que fundó ahí María Antillón, donde laboraban solo mujeres, conocidas como “Las Pureras”.

AHORA SÍ, ASI FUE

La zona anteriormente descrita fue el origen de los conocidos zalameros en Costa Rica.

Furioso había partido don José para Turru a ejercer todo el peso de la ley y su autoridad como Gobernador. Pero…

Extraño, muy extraño, regresó a su despacho poco después con una sonrisa de “Oreja a Oreja”, expresándose muy bien de “los cultos, inteligentes y diligentes turrujaleños” y hablando toda clase de maravillas de ellos.

¿Qué sucedió con el señor Gobernador para que diera ese viraje de 180 grados?

En 1911, Turru que contaba con solo 9 cuadrantes, seguía creciendo hacia el sureste y noreste. Pero la Municipalidad de San José no les ponía las pajas de agua en los hogares. Los vecinos cansados de rogar a todo el mundo por la cañería. Solo recibían las conocidas promesas y más promesas de los políticos, como siempre.

Un buen día, alguien corrió a informar a los desesperados vecinos de Turru que frente al edificio de la Municipalidad había tirada una cañería, luego que los regidores ordenaran extraerla de un lugar donde ya no se necesitaba.

Los Turrus se confabularon y al unísono dijeron: ¡O ésta o ninguna! Y aprovechando las primeras horas de la noche de aquel viernes bendito y a sabiendas que en ese tiempo la Muni no tenía guardas, porque nadie robaba, los vecinos se apoderaron de los tubos en un decir amén. Trabajaron toda la noche del viernes y el día y la noche del sábado y el domingo, abriendo las zanjas para colocar las tuberías y cerrar los trechos abiertos.

De ese modo, cuando don José Luján llegó el lunes a su despacho a las 7 a.m. y se enteró de la desaparición de la cañería, en Turru ya todo estaba consumado y las gentes se encontraban felices a la espera solo de que les conectaran el agua.

Aquel viernes, a las 3 p.m., el gobernador se había puesto su saco y se despidió de sus empleados, disponiéndose a disfrutar de un agradable fin de semana con su familia. Lo que menos imaginaba era que el lunes se llevaría el colerón de su vida, pero que lo iba a inmortalizar en la historia.

El lunes no faltó un vecino “vina” que se apresuró hasta el despacho de su señoría para contarle que habían sido vecinos de Turru los que se habían cargado los tubos. Enojado, el gobernador ordenó de inmediato una diligencia en persona y en “situ” para aclarar el caso, el cual ya le estaba golpeando duro el hígado y lo tenía furioso, como un toro miura.

Pero, ¡Oh sorpresa! Cuando tornó a la oficina venía sin un solo tubo. Regresó, eso sí, jovial y muy contento, sin sospechar que acababa de inaugurar, para siempre, la lisonjería en Costa Rica, porque, cuando don José fue a realizar la indagación en Turrujal, se había encontrado que la gente, a la pura entrada principal del barrio, había colocado un gran letrero que decía:

¡BIENVENIDO AL BARRIO LUJÁN!

Y así se escribe la historia. Desde entonces nunca más se volvió a hablar del autóctono Turrujal y solo se ha escuchado el nombre de Barrio Luján, más lujoso, más alisador.

Así como nadie quiso volver a mentar al Barrio Turrujal, tampoco en este importante sector de San José, nadie sabe que los Luján pueden proceder de España del siglo XVI, de los amores clandestinos de la comediante española, Micaela Luján, amante de Lope de Vega, que tuvo varios hijos con el famoso dramaturgo, quien la celebró con el nombre poético de ¡Camila Lucinda!

¡Alabado sea!

Referencias:

  • Hubert Solano
    hubertsolano@yahoo.com

          Semanario Primera Plana

  • “San José de Antaño 1890-1940”, de Yandry Álvarez Masís y Dennys Gómez Duarte, tesis para optar por el grado de licenciatura en historia, experiencia que adquirieron durante los años que laboraron en el Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural, del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes. 

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